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Educación Sexual: un reto de todos y todas

Un reto, el de la educación sexual, que tenemos que abordar ya desde la primera infancia. Todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a recibir una información y educación sexual, que no sólo contenga conocimientos sobre reproducción y genitalidad, sino también actitudes, habilidades y valores necesarios para disfrutar de su sexualidad, tanto física como emocionalmente, y que les haga capaces de tomar decisiones informadas sobre su vida sexual y reproductiva.

Hablar sobre sexualidad no es una práctica habitual. Suele generar malestar, resistencias, miedos. Los miedos, prejuicios y dificultades forman parte de lo que somos, están ahí y no los podemos obviar, pero si como padres y como docentes somos conscientes de la importancia de la educación, podemos acceder a diferentes fuentes de formación y estaremos plenamente capacitados para acometer esta importante tarea. Como padres y docentes nos corresponde conocer el proceso, reconocerlo, respetarlo y protegerlo. Nunca es demasiado tarde para hablar con los hijos/as sobre sexualidad.

Animamos a las familias a tratar con sus hijos e hijas los temas relacionados con la sexualidad, sin eludir respuestas y en términos apropiados al nivel de desarrollo de cada niño o cada niña. La educación sexual es parte de la educación emocional del niño, de la educación en valores y de la prevención en salud.

Somos seres sexuados durante todas las etapas de la vida. La necesidad física y afectiva de tocarnos, de darnos placer y de intimidad, nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos. La sexualidad se reelabora a lo largo de una vida. Durante la infancia, uno de los periodos donde el aprendizaje es más importante, toda relación configura de un modo u otro el desarrollo sexual. Ante una situación relacionada con la sexualidad, muchos padres suelen reaccionar de manera poco natural. Una respuesta adecuada, un titubeo o un silencio son mensajes distintos que el niño capta y que inciden en su desarrollo, para bien o para mal.

La sexualidad infantil existe, aunque en diversos contextos y momentos históricos se haya dicho que no. Se desarrolla y expresa fundamentalmente a través de la curiosidad (observación, manipulación, autodescubrimientos, fisgoneo o preguntas) y el juego (exploración, imitación e identificación). Todos los niños y las niñas son curiosos, además es bueno que así sea. La curiosidad funciona como un motor para el aprendizaje. Por tanto, es necesario satisfacer la lógica curiosidad infantil con una buena información. La falta de respuesta ante este tipo de cuestiones convierte a lo sexual en lo prohibido, en lo que debe ocultarse. El sentido y los significados que niñas y niños dan a sus descubrimientos y juegos sexuales poco tienen que ver con los dados por las personas adultas. Sus actividades sexuales se basan en motivos diferentes. Por ello, es importante no interpretar las expresiones de su sexualidad desde nuestra óptica y nuestra experiencia de personas adultas y atribuirles significados que no tienen.

La Sexualidad tiene tres funciones:

Comunicación: para dar y recibir cariño, manifestar ternura y expresar lo que sentimos en las relaciones.

Placer: para disfrutar, sentir placer, relajarse, descargar tensiones, sentir bienestar.

Reproducción: para tener hijos cuando así se desee libremente y de forma responsable.

Entre dos personas que se gustan existe deseo, comunicación, placer, intimidad y, sobre todo, bienestar. Así pues, la sexualidad humana precisa de una mirada renovada donde se resalte de manera positiva el hecho sexual como fuente de sensaciones placenteras en lo físico y lo psíquico; donde la sensualidad, las caricias, el descubrimiento del propio cuerpo y del otro vayan tomando lugar y se amplíe a todas las posibilidades que se tienen. Cada cual podría entonces decidir por sí mismo qué le gusta, que prefiere en cada momento, cómo y dónde encuentra el placer y que le hace realmente disfrutar. Se debe procurar transmitir que la sexualidad puede ser fuente de bienestar y en la que, evidentemente, hay lugar para los deseos pero también para la responsabilidad.

Vivimos en una sociedad  que promueve un modelo de sexualidad y de encuentro muy centrado en lo genital y en lo reproductivo; generalmente se entiende que el coito es lo más importante, lo único. Este hecho es una herencia cultural centrada en una sexualidad entendida esencialmente como reproductiva. Reducir la sexualidad a esto es enormemente empobrecedor, pero vivimos inmersos en una sociedad que transmite en la publicidad, las películas, las revistas e Internet que relación sexual y coito son sinónimos y se asimila el coito a una relación sexual completa, como si a las otras maneras de vivir la sexualidad les faltara algo.

Todavía, con demasiada frecuencia, se asocia la sexualidad exclusivamente a los peligros. De modo que se acaba poniendo el foco únicamente sobre las conductas de riesgo. La sexualidad está íntimamente relacionada con el placer, la comunicación y el intercambio afectivo. Es algo que, según la Organización Mundial de la Salud, “nos motiva a buscar afecto, placer, ternura e intimidad”

En la primera infancia se  produce el descubrimiento del propio cuerpo y la experimentación de sensaciones a través de la autoexploración y de los contactos con otros cuerpos, la conciencia del propio sexo y de la existencia del otro y de las diferencias entre ambos, la curiosidad por el cuerpo adulto (masculino y femenino) y por el de otros niños y niñas, las relaciones y los vínculos afectivos con las figuras de apego y los sentimientos hacia ellas, el interés por el propio origen, la reproducción y las relaciones sexuales y amorosas entre personas adultas, las primeras nociones sobre los estereotipos y características asociadas a lo femenino y a lo masculino… Es importante tener preparadas respuestas para las posibles preguntas. Si nos coge desprevenidos, es probable que transmitamos que hay preguntas que nos incomodan y  que el niño/niña deje de preguntar y busque otras fuentes de información menos adecuadas.

¿Tenemos que esperar a que nos pregunten y muestren curiosidad por la sexualidad, o es mejor hablar de ella antes de que manifiesten interés por la misma? Habrá momentos para estimular y proponer y otros para responder a sus preguntas. A veces, la opción de no hablar de sexualidad hasta que muestren un gran interés, lleva a la niña o al niño a sentir que a la persona adulta que les acompaña no le gusta hablar de estas cuestiones y, por tanto, dejan de preguntar o expresar su curiosidad, en una especie de círculo vicioso. Los niños y las niñas captan cuando a una persona adulta no le resulta fácil abordar cuestiones relacionadas con el cuerpo, el amor o el placer. Contarles nuestro pudor, miedo o vergüenza es un buen modo de mantener viva la comunicación, es posibilitar un intercambio real, poniendo en la mesa lo que realmente somos, y dando la posibilidad para que ella o él también expresen sus dificultades para hablar de sus inquietudes.

Dar información sexual no es adelantarse a los acontecimientos ni estimular una sexualidad que no sea acorde a su edad. Es permitir que comprendan qué les pasa a sus cuerpos, que lo vivan con salud, creatividad y alegría, y que den nombre a sus sensaciones y deseos.

Siempre va a ser mejor que tengan información y conocimientos adecuados a que sacien su curiosidad con lo que descubren en cualquier lugar. Si nos resulta difícil hacerlo en primera persona, siempre podemos buscar lugares y personas que sí lo puedan hacer de forma adecuada.

Desde prácticamente el inicio de la pubertad todo lo relacionado con lo sexual adquiere otra dimensión. La sociedad, los estereotipos y los roles darán muchas pautas. La educación sexual debe ayudar  a adquirir una adecuada información, disipando mitos, creencias erróneas y dudas; desarrollar habilidades vitales como el pensamiento crítico, negociación y comunicación, confianza, empatía, capacidad para hacer preguntas y buscar ayuda, etc. Y consolidar actitudes y valores positivos como mentalidad abierta, autoestima, ausencia de prejuicios, respeto a los demás y actitud positiva en lo referente a su salud sexual y reproductiva. Está en nuestras manos capacitar a adolescentes y jóvenes para que asuman sus propias responsabilidades y actúen consecuentemente.

Os proponemos una serie de libros que os pueden, proporcionar la posibilidad de hablar, tratar de aproximarse a sus vivencias, conectar con sus necesidades, respetar…, en definitiva, educar en positivo, por lo que queremos conseguir y no únicamente por lo que queremos evitar.

LECTURAS RECOMENDADAS  : 

Educación sexual en la primera infancia: clica AQUÍ para acceder al contenido en pdf

La educación sexual de niños de 6 a 12 años: clica AQUÍ 

No le cuentes cuentos : Cuento sobre sexualidad para leer en familia a partir de los 3 años: clica AQUÍ

 

La educacion sexual en la primera infancia

educacion-sexual-para-nios-6-a-12-aos-1-728

No-le-cuentes-cuentos

Dins la panxa

mama puso un huevo

el meu cos es meu

La-Mia-es-fa-gran

mia-se-hace-mayor

Cuentamelo-todo

que me esta pasando

 

 

 

 

 

 

Bibliografia

De la Cruz Martín-Romo C, Fernández-Cuesta Valcarce MA. La sexualidad en adolescentes y jóvenes.En AEPap ed. Curso de Actualización Pediatría 2014.Madrid: Exlibris Ediciones; 2014. p. 257-63.

Garcia Mañas A, Martin Perpiña C, La sexualidad en adolescentes y jóvenes. Evid pediatr. 2011; 7:27

Hernández Morales, G., Jaramillo Guijarro, La educación sexual de niñas y niños de 6 a 12 años. Guía para madres, padres y profesorado de Educación Primaria. Ministerio de Educación y Ciencia. Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE).

La educación sexual en la primera infancia. Guía para padres, madres y profesorado de Educación Infantil.

No le cuentes cuentos Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado

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